CYTOSIAL La belleza del volumen
26 abril 2021Belleza es volumen. No se entienda mal lo que pretendo decir, el exceso de volumen no es belleza. No es una relación matemática de dos variables donde a mayor volumen corresponde mayor belleza, no, el exceso de volumen no es bello. Sin embargo, la belleza radica en el volumen, en la proporción y en la forma del rostro, en los contornos curvos y redondeados en la mujer, y rectos o angulosos en los hombres, indica el Dr. Moisés Rodríguez Abascal, director de la Clínica Abascal
Hoy en día, la restauración de volumen se ha convertido en la piedra angular del rejuvenecimiento facial, aunque en realidad yo diría más, no es sólo esa piedra base para la construcción de todo el edificio, es la piedra filosofal que va a ser capaz de convertir el plomo en oro. El volumen siempre tiene que estar presente en la planificación de estrategias de tratamientos de rejuvenecimiento facial. Seguro que hay disidentes a este paradigma que creen que el rostro sufre casi exclusivamente el efecto de la gravedad y del envejecimiento cutáneo, y que opinan que aumentando el volumen vamos a provocar resultados poco naturales.
RESULTADOS NATURALES
Desgraciadamente es un sentimiento generalizado en un amplio sector de nuestra sociedad: “yo no me hago tratamientos médico-estéticos porque los resultados son totalmente artificiales”. Estamos como al principio, el exceso de volumen no es belleza. Lo que sucede es que el resultado natural pasa desapercibido (¡qué guapa estás! ¿qué te has hecho?, ¿te has cambiado el corte de pelo?, no sé, pero te veo mucho mejor) y aunque esos resultados naturales son la gran mayoría de los casos, no se relacionan con un tratamiento médico-estético. Sin embargo, el resultado artificial siempre “se nota” (¿has visto que labios tan horribles le han dejado a Fulanita?) y esos aspectos antinaturales son la causa de casi todas las opiniones contrarias a nuestra profesión.
Por supuesto que también hay culpa en muchos de nosotros, los profesionales de la medicina estética, que no comprendemos esa parte de “arte” que tiene nuestro trabajo. Es evidente que no podemos olvidar la ciencia, la precisión y la seguridad: la técnica. Pero cuando sólo pensamos con la mitad izquierda de nuestro cerebro, cuando nos limitamos a medir cuanto hemos mejorado los surcos nasogenianos aplicando la Escala de Puntuación de Severidad de Arrugas (WSRS, según sus siglas en inglés), sólo seremos capaces de crear rostros menos hundidos o con menos arrugas, pero seguramente puedan tener una apariencia antinatural.
Dicen que cuando miramos a otra persona, percibimos sus facciones y nos hacemos un juicio sobre ella en un nanosegundo. ¿Es más o menos atractiva?, ¿son sus rasgos proporcionados y armónicos?, ¿cuál es su género?, ¿es mayor o es joven? Me detengo mucho a pensar lo que veo de una persona en ese instante, en un abrir y cerrar de ojos, ¿qué es lo que observo?, miro y miro fotografías intentando descubrir qué me hace pensar que una persona tiene 40 años en vez de 20, cuando no hay arrugas ni manchas en su piel. La respuesta radica fundamentalmente en la pérdida de volumen, y la apreciamos por la pérdida de luminosidad en determinadas zonas, por la presencia invasiva de sombras senescentes, y en general por la forma del rostro. Es esa forma la que nos va a dar datos para poder, en ese parpadeo, determinar si es hombre o mujer, la edad y si tiene más o menos atractivo. Es el volumen el que nos va a ayudar a recuperar o a dar belleza. El arte quizás no se pueda aprender, pero se puede entrenar, y es importante que mi ojo sea capaz de captar los signos del envejecimiento y de la falta de belleza para identificarlos y saber cómo corregirlos.
¿CÓMO VOLUMINIZAR?
Entonces, ¿cómo voluminizar? Siempre digo que para conseguir el rejuvenecimiento, la belleza facial, la voluminización malar es la madre de todas las voluminizaciones. Hoy día conocemos la pérdida de volumen que se produce con el paso de los años en los compartimentos grasos que forman nuestro rostro. No solamente perdemos volumen graso, también perdemos volumen muscular e incluso óseo. Pero la zona malar, a nivel del compartimento graso medial profundo, es el mástil que sujeta la lona del circo, cuanta más proyección tenga, más tersa estará la lona, o sea, nuestra piel. Eso sí, nunca debemos olvidar que no queremos provocar un resultado antinatural, eso que llamamos “síndrome de sobrellenado facial”, debemos valorar el conjunto y conseguir proporción y armonía en el aspecto global del rostro.
Y también conocemos hoy, el papel tan importante que juegan los ligamentos de retención facial, son las cuerdas que mantienen la estructura de la cúpula del circo, si proyectamos el volumen en la base de los ligamentos, vamos a ayudar a éstos a recuperar su función, siendo el ligamento cigomático-cutáneo, el padre de todos los ligamentos de retención. Cuando somos capaces de reposicionarlos cumplen su función de verdadero lifting, de soporte, que no de estiramiento.
La pérdida de volumen, a medida que uno envejece, es de naturaleza lineal. Si se mantiene el peso y no hay aumentos ni disminuciones importantes de éste, el volumen continúa perdiéndose cada año de vida hasta que uno parece completamente esquelético en la vejez, es una pérdida de volumen inevitable y universal. En un modelo reduccionista, podemos comparar la cara del bebé con un círculo, con un exceso de contenido graso, a partir de los 30 años, aproximadamente, la forma facial empieza a ser ovalada en la mujer, aunque hay quien la define como triangular, con un vértice hacia abajo, buscando en el rostro envejecido el símil con el triángulo con una base abajo. A mí me gusta más hablar de huevos, el huevo con la parte más gruesa hacia arriba en la juventud y hacia abajo en el envejecimiento, no deja de ser el mismo concepto que el del triángulo, pero siempre me ha resultado más parecido al óvalo facial.
En consecuencia, el objetivo de la restauración de volumen es dar forma al rostro, de manera que consigamos obtener un aspecto cercano al óvalo en la gran mayoría de casos. Tradicionalmente se le ha dado mucha importancia a la parte anterior de la mejilla, buscando esa proyección para cambiar una cara aplanada, pero en la zona malar anterior hay que evitar la sobrecorrección que nos puede dar ese aspecto tan antinatural, sobre todo cuando la persona sonríe. Hay que tratar mucho más todo el contorno, digamos el marco de la cara, o sea, las zonas laterales del cigoma y todo el marco mandibular: ramus, ángulo, línea mandibular y mentón, y cuando es necesario, no debemos olvidar la zona temporal que si aparece hundida da una aspecto cansado y envejecido. Conseguiremos mejorar así el festoneado que se produce en el marco facial, es decir, las porciones alternantes cóncavas y convexas, y transformarlas en una convexidad malar uniforme. Mejorando la apariencia de la vista frontal, que en definitiva es la que nos devuelve el espejo y la más importante para esa valoración en un abrir y cerrar de ojos.
Capítulo aparte merece la rinomodelación, ya que la nariz, junto con la zona malar y con la barbilla, son las tres prominencias de la cara, y el aumento de cualquiera de ellas afecta, de manera inversamente proporcional, a las otras dos. Así si aumentamos el volumen de la zona malar anterior parecerá que tenemos una nariz menos proyectada, o si damos volumen a la punta nasal dará la impresión de que el mentón se encuentra más retrasado. Y no podemos olvidar que, aunque estemos trabajando en un plano profundo (supraperióstico o suprapericóndrico), la cobertura tisular es bastante menor que en la zona mandibular o malar, por lo que tendremos que considerar las características reológicas del producto con el que vamos a voluminizar para no provocar alteraciones en la superficie de la piel.
Bueno, pues ya hemos colocado el colchón sobre el somier. Con nuestra voluminización en profundidad, sobre el plano óseo, hemos creado esa base, el soporte para el resto de estructuras faciales, pero las sábanas siguen estando arrugadas. Nos falta rellenar el edredón, trabajando en un plano más superficial y con un material de relleno más fluido, ya que si dejamos un “bulto” en nuestro edredón las sábanas no van a ser capaces de ocultarlo. Aunque no deja de ser un tratamiento de reposición de volumen, no lo incluiría dentro de un tratamiento de “voluminización”, pero es imprescindible para conseguir un resultado correcto. Aunque es un volumen mucho más sutil, sólo pretendemos pulir los detalles superficiales. Todo lo que hemos hecho: crear volumen, enmarcar el rostro, es el aspecto fundamental para restaurar el volumen facial, pero creo que el relleno alrededor de los ojos y alrededor de la boca completan la imagen de juventud y belleza.
Es fundamental restaurar el volumen en la zona periorbitaria superior, inferior y también el lateral de la órbita y de la ceja para conseguir un ojo más joven, si nos planteamos exclusivamente una técnica quirúrgica seguramente seremos capaces, con nuestra blefaroplastia, de eliminar el exceso de piel y el exceso de proyección de las bolsas de grasa orbitaria, pero corremos el riesgo de darle a la zona una apariencia cadavérica, que no imita la juventud. Lo mismo sucede en el labio, la región perioral sufre el mismo tipo de pérdida de marco. En consecuencia, intento rellenar el surco nasolabial, las líneas de marioneta, el prejowl, el surco mentoniano e incluso el mentón para completar el círculo de un marco juvenil para la boca. Personalmente, no doy volumen a los labios hasta después de haber rejuvenecido las otras zonas del rostro, porque si aumentamos antes los labios, éstos pueden verse poco naturales y tener un aspecto más joven que el resto del rostro. El labio solamente es muy carnoso a los 18-20 años, por tanto, debemos ser conservadores en el volumen que aportamos para conseguir un efecto natural y dar una forma correcta. Para que un labio parezca natural debe tener puntos de plenitud y vacío. El superior debe estar más lleno en el centro y justo lateral al centro para crear tres promontorios o tubérculos, y lateralmente irse estrechando conforme se acerca a la comisura. El labio inferior debe tener dos montículos, uno a cada lado de la línea media, que también se reducen a nada lateralmente. Los labios no son salchichas.
Para completar el tratamiento nos queda estirar la sábana, hay multitud de técnicas complementarias a las que podemos y debemos recurrir: peelings químicos, equipos basados en energía, revitalización dérmica, hilos tensores, … Por supuesto que debemos de realizarlos, pero si eludimos el volumen no tendremos belleza, habremos borrado algunas marcas, pigmentaciones, arrugas, y si bien todo esto es imprescindible para lograr el resultado óptimo, recordad que la belleza es el volumen, si nos quedamos en estirar las sábanas no habrá imperfecciones superficiales, pero el colchón estará hundido.
ASESORAMIENTO DEL PACIENTE
Finalmente, me gustaría hacer una reflexión sobre otro aspecto que me parece muy importante. Tenemos que escuchar al paciente, sus deseos e inquietudes, la voluntad de aceptar o rechazar determinados tratamientos. Pero el deber del médico es ayudar a un paciente a lograr una mejor apariencia en función de todos los condicionantes, incluido el presupuesto. Utilizo la analogía de encargar un proyecto a cualquiera de las profesiones que requieren confianza por parte del cliente, cuando voy a un arquitecto o a un abogado, por ejemplo, les explico mis objetivos, mis necesidades o el presupuesto, pero no se me ocurre decirle lo que tienen que hacer, sino que son ellos los que me dicen: pues para conseguir lo que quieres debemos hacer esto. De la misma manera les pido a mis pacientes que me otorguen ese crédito inicial. El objetivo del tratamiento médico-estético destinado al rejuvenecimiento facial debe ser lograr la satisfacción del paciente, siempre que no se salga de un planteamiento médico correcto y que obtenga resultados seguros y naturales. Desafortunadamente, muchos pacientes miran demasiado cerca el espejo y sólo ven las arrugas de alrededor de los ojos o de los labios, o sus surcos nasolabiales, y olvidan que tienen un rostro que es un todo, olvidan la belleza del volumen, por eso nos tienen a nosotros para recordárselo.